"Por falta de identificación, niños Wayuu no pueden acceder a los programas del Estado" |
Fuente: Veeduría Ciudadana para la Implementación de la Sentencia T302 del 2017
"Los servicios en las Notarías no son adecuados. Por falta de identificación, niños Wayuu no pueden acceder a los programas del Estado"
Acceder a la
identificación, a un nombre, es un derecho humano y por tanto fundamental para
el desarrollo de las personas y de las sociedades.
Este derecho
comprende diversos aspectos que distinguen a una persona de otra, e incluye tener
y portar un documento institucional en donde se determina la ciudadanía y su
origen.
Las
legislaciones nacional e internacional señalan claramente que la identificación
es un derecho que tienen los seres humanos al nacer.
Su
importancia radica en el hecho de dotar a las personas de existencia legal, permitiéndole
el ejercicio de los otros derechos.
Con ella las
autoridades pueden conocer en términos reales el número de personas que integran
la Nación y por lo tanto, se podrán planificar e implementar adecuadamente las
políticas públicas y el desarrollo colectivo.
Por estos días y en medio de la pandemia, Colombia avanza hacia una etapa de normalidad, y aunque en La Guajira parece que la vida continúa de manera “normal” desde hace varios meses por la cantidad de gente que vemos en las calles, mercados y bancos, en la actualidad se advierten nuevas congestiones en oficinas públicas y privadas que habían aplazado la atención presencial por causa del confinamiento obligatorio.
Pide tu domicilio y te lo llevamos de una
Las largas
filas se presentan en Notarías y Registradurías, donde la mayoría de personas
son madres cumpliendo con la obligación de registrar a los menores nacidos
durante la emergencia social, económica y de salud.
El problema
que se presenta, es que a pesar de la larga espera, aún no logran contar con un
servicio adecuado que les permitan registrar a los pequeños, quienes necesitan
con urgencia el registro civil para acceder a los sistemas de salud y a los
beneficios que otorga el Estado al recién nacido, como a la madre lactante.
Betty
Jayariyú, indígena Wayuu de la comunidad Kepischon, en Uribia, ha intentado
durante 4 meses acceder a este derecho de registro, pero todas las veces se encuentra
con una negativa.
“Hace 4
meses nació mi hijo en la Clínica y me dijeron que debía registrarlo
rápidamente para que pudiera acceder a la atención que requiere el niño, pero
hasta el día de hoy no ha sido posible”, comenta Betty, que ve cómo su hijo va
perdiendo peso y talla.
Y es que las
primeras negativas, como era de esperarse, comenzaron luego del nacimiento del
pequeño Luis José, ya que en el primer intento de acercamiento a la Notaría, no
se pudo realizar el trámite de registro porque no se encontraba disponible la
atención de manera presencial, lo que obligó a Betty a esperar a que se
reanudaran los servicios.
Sin vacunas
ni atención pediátrica o asistencia alimentaria en medio de una pandemia que va
creciendo aceleradamente, Betty vio con esperanza la nueva directriz del
Gobierno de reanudar la atención.
Nuevamente,
esta mujer Wayuu salió de la ranchería llevando en brazos a su pequeño hijo,
antes de que el sol calentara sus pasos y sofocara la pequeña humanidad de Luis
José.
En la fila,
así como ella, se encontraban varias madres indígenas con sus pequeños bebés
tratando de realizar el mismo proceso, pero otra vez la única respuesta que
obtuvo fue un tiempo más de espera.
“Es
frustrante, ahora me dicen que debo esperar 15 días más porque no tienen el
papel que se necesita para registrarlo”, dice con resignación, que aunque su
hijo tiene nombre, para el Estado es un NN, sin derechos, oportunidades,
atención y sin beneficios, una violación más para sumarle a las registradas
dentro de la Sentencia T-302 del 2017.
Esto es
generalizado en las rancherías de la Alta y Media Guajira. Las madres tienen que
viajar 5 horas desde sus comunidades hasta la Registraduría más cercana para
obtener las mismas respuestas como: “vuelva mañana, pero más temprano… le falta
llenar otro documento… le faltó adjuntar un papel…”, lo que las obliga a
devolverse derrotadas y con los niños a cuestas.
“Aquí hay
mucho niño sin ese documento”, comenta la docente Antonia Sierra, “es un
suplicio para los padres de familia que deben salir arriesgando la vida de los niños
para llevarlos hasta Uribia en moto y que allá les digan que no se puede hacer el
trámite, y después cuando se enferman no hay cómo acceder a los sistemas de
salud porque el niño no existe. En estos casos, la muerte es inevitable”.
Acciones contra subregistro
Las
autoridades, profesores y padres de familia ven con urgencia la realización de
jornadas de registros masivos en las rancherías para poder inscribir a los niños
que han nacido, así como los que aún no tienen ningún reconocimiento por parte
del Estado, a pesar de los años que llevan de vivir y transitar por el
territorio.
"La Guajira en el 2019, presenta un subregistro de 7,2%, colocándola después del Chocó en segundo lugar en el país" |
La Guajira
en el 2019, presenta un subregistro de 7,2%, colocándola después del Chocó en
segundo lugar en el país.
Es válido
anotar que el subregistro de la población a nivel nacional es de 3,2% y en la
Costa Caribe de 5,1%.
En
consistencia con el Sisbén, durante el mismo año contaba con una población sin documento
de identidad que asciende a 27.661 personas de las cuales 3.652 se encuentran
sin Tarjeta de Identidad, 16.111 sin Cédula de Ciudadanía y 7.894 sin Libreta
Militar, lo que se convierte en un componente de exclusión a los servicios
sociales prestados por el Estado.
En la
Sentencia T-302 de 2017, la Corte Constitucional les recuerda a las instituciones
del sector de Notariado y Registro, que la situación de indocumentación en la
que se encuentran niñas, niños, adolescentes, mujeres y hombres de la población
indígena Wayuu del Departamento, los coloca en una posición de desventaja respecto
a sus pares, manteniéndolos en el círculo de pobreza y discriminación.
La situación
de invisibilidad de las niñas y niños cuyo nacimiento no ha sido registrado,
incrementa el riesgo de sufrir diversas situaciones de vulneración de sus
derechos, y los exponen aún más a la negligencia, el abuso y la explotación;
situaciones de las que no son ajenas las mujeres que al mantenerse como
indocumentadas están reproduciendo y prolongando la situación de exclusión en
la que se encuentran con sus hijos.
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