Fuente: Diario del Norte
OPINIÓN: Cuando los alcaldes de los 15 municipios que conforman el ente territorial de La Guajira han entrado al final de su primer año de Gobierno, en la mayoría de los casos con negros nubarrones, del pelero que dejaron como alcaldes en varios municipios y analizando que la mayoría perdieron el año como cabezas visibles de sus comunidades, se dedicaron más a sacarle el jugo al presupuesto municipal para beneficio propio, que para el interés general; a través de órdenes de servicio se gastaron el presupuesto.
Haciendo un balance en la página del (Secop) se da uno cuenta en qué se gastaron el presupuesto. Los alcaldes de San Juan del Cesar, La Jagua del Pilar y Barrancas, fueron los de mejor desempeño con los índices que maneja el DNP y por ello han sido destacados a nivel departamental, pero, además, han sido calificados como los mejores, por el Departamento Nacional de Planeación y dejan una buena imagen en sus administraciones.
Otros, como los alcaldes de Fonseca, dejan también buenas impresiones ante sus comunidades y un buen desempeño como alcalde; ha hecho una buena gestión y los resultados están ahí ante todos, pero en términos generales a los alcaldes de los 15 municipios en este primer año no les fue bien.
El Gobierno del Cambio los afectó a todos; los proyectos que se jalonan a nivel nacional, no han tenido el mismo apoyo del pasado. Pareciera que el Gobierno Nacional quiere liderar esos proyectos con sus contratistas y no con los de los municipios.
Pero otros, cuando se han hecho efímeros balances, y algunos alcaldes ni eso hicieron ante sus comunidades, a ellos les ha ido muy mal ante el DNP, sus calificaciones han sido muy malas y han quedado rezagados como los últimos a nivel país, es el caso de Villanueva, de Distracción y Albania para los indicadores de gestión del año 2023 del DNP y otros están atrasados en el tiempo, que se creyeron alcaldes solamente del sector que los eligió, semejante torpeza intelectual, que solamente se da en nuestra tierra, donde se encuentra el eslabón perdido de la humanidad; es obligatorio que a la relación de logros en cada uno de los Gobiernos, la acompañe la transferencia psicológica, positiva o negativa que cada disposición logra en el usuario interno y externo del ente municipal, es decir, la manera cómo son aceptadas las actividades por los funcionarios y ciudadanos del común, estamos haciendo referencia al año 2023 y al cuatrienio perdido de esos alcaldes que dejaron a sus municipios con una imagen negativa ante el DNP ( Departamento Nacional de Planeación).
Ahí, tal vez, radican los errores iniciales de los mandatarios, cuando equivocadamente se consideran dueños de la verdad revelada; así esta falsa realidad sea solo por cuatro años.
Han tomado decisiones generales, sin un proceso de socialización y en ciertas ocasiones, obedecen a la imposición, lo que obligatoriamente los condena la medida al rechazo, algunas veces hasta por los silenciosos colaboradores del interior de cada Gobierno.
Aterrizando en nuestro municipio, Villanueva, muchas de las decisiones de su alcaldesa no estuvieron a la altura de lo que debe ser una buena Administración, ni socializadas y mucho menos priorizadas con su comunidad; muy a pesar que no ha hecho una buena gestión en lo prioritario, que debe ser el desarrollo agropecuario, que es la punta de lanza de su economía primaria, no le ha dado esa prioridad que genera empleo directo e indirecto a sus conciudadanos, pero hay que reconocer que en decoración sí le ha ido muy bien.
Y si echamos una mirada a los otros municipios de La Guajira, existe un caos de toda índole; si fue en Manaure, lo que se ha dado es una especie de patria boba, a la capital de la sal en Colombia, no le fue bien en este primer año, pero hay tiempo de enderezar el camino.
Y si analizamos al vecino, como lo es Uribia, también ha sido un desastre, con escándalos de los dineros de los carrotanques y las ollas comunitarias a nivel nacional, que es por todos conocidos, estuvo en el ojo del huracán de la opinión pública nacional y del mismo Gobierno de Petro, no hay que negar de las buenas intenciones de su alcalde en bien de Uribia, pero en este primer año no le fue bien.
Ay, Riohacha, la ciudad capital, donde a su alcalde le ha tocado jugar con la más fea: demandas, ola invernal, inseguridad, donde los grupos armados son los amos y señores de la ciudad y una población sin planificación alguna, crece al vaivén de las olas.
Con esto queda la pregunta: ¿si se eligen los que son o todavía están a tiempo de lo que podrán mostrar en los tres años que faltan? El hombre genera tendencias desde que nace y es muy difícil que cambie en el proceder de su vida; ejemplos hay a montones.
El electorado, casi siempre, se deja convencer por un populismo barato, que el dirigente consigue con artimañas y engaños, peor aún, hoy en la política vale quien tenga dinero y los que invierten en las campañas son los nuevos dueños del poder municipal; ellos son los que dicen qué obras se van a hacer y dónde.
El nuevo poder no es el alcalde elegido, sino, los que aportan el dinero para las campañas. ¡Qué desastre!
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