El perfil del político se aparta de la imagen estereotipada que durante los últimos años ha irradiado un buen número de los políticos tradicionales del país y por su puesto de nuestra región. El clásico representante del clientelismo, no tiene mayor opción de aportar dentro de las exigencias del desarrollo de la costa atlántica, salvo las contadas excepciones que, dentro del nuevo esquema institucional muestra un espíritu de cambio, el peso fundamental de las acciones a favor del progreso de nuestra península descansará sobre los hombros de las nuevas generaciones que, afortunadamente, cada día irrumpen con más fuerza en el escenario nacional.
Para el caso de La Guajira, cuantas décadas perdidas de representantes y de senadores que mas de las veces han decepcionado totalmente a sus electores, con excepciones como el ex senador Amilkar Acosta Medina y el también ex senador conservador Rodrigo Dangond Lacauture y el ex representante Román Gómez Ovalle que dejaron plasmados sus agendas legislativas en bien de su tierra.
Ellos visionaron a muchos años futuros lo que debería ser un verdadero plan de desarrollo en base a las regalías que le iban a entrar a la península en su devenir histórico y con sapiencia lograron posicionar leyes a favor de su departamento. Hoy el senador liberal y militante actual en el partido de la U, Jorge Ballesteros Bernier ha hecho un excelente papel en la cámara alta y a logrado sacar adelante leyes y decretos en beneficio de su región – los hechos así lo demuestran – en cambio en la cámara baja, los que han representado a nuestro Departamento han quedado en deuda con La Guajira y con el país y esos representantes en su gran mayoría se han convertido en un fiasco para las comunidades, de esos representantes ha habido de todo como en botica: mudos, totalmente mudos, estrafalarios, ineficientes, incapaces y hasta algunos que se han avergonzado de haber nacido aquí. ¡Qué horror!.
En tal sentido, lo primero que debe tener claro la clase política es la razón de ser de su verdadera misión que deben orientar sus actividades como estadistas y no como personas dedicadas a resolver problemas de ocurrencia coyuntural o intereses subalternos: tal como se dice comúnmente, deben pensar con la mira puesta en la próxima generación.
Es deber imperativo de nuestra clase política liderar los procesos de cambio, colocándose a la cabeza de los estamentos y en defensa de su región, jamás a la zaga, para lo cual se tendrá que recuperar el espacio perdido para el ejercicio del debate de los grandes temas nacionales. Y abanderar proyectos de gran envergadura y que apalanquen a uno de los departamentos más ricos de Colombia, con proyecciones y colocarlo a nivel de otros departamentos que sin contar con las riquezas que nosotros poseemos, nos llevan años luz en materia de desarrollo. Y deben abanderar la defensa de los intereses de su tierra con sindéresis, con ecuanimidad, preparación, profesionalismo, sentido de pertenencia y con verdadero sentido de investigación.
Para el caso de La Guajira, cuantas décadas perdidas de representantes y de senadores que mas de las veces han decepcionado totalmente a sus electores, con excepciones como el ex senador Amilkar Acosta Medina y el también ex senador conservador Rodrigo Dangond Lacauture y el ex representante Román Gómez Ovalle que dejaron plasmados sus agendas legislativas en bien de su tierra.
Ellos visionaron a muchos años futuros lo que debería ser un verdadero plan de desarrollo en base a las regalías que le iban a entrar a la península en su devenir histórico y con sapiencia lograron posicionar leyes a favor de su departamento. Hoy el senador liberal y militante actual en el partido de la U, Jorge Ballesteros Bernier ha hecho un excelente papel en la cámara alta y a logrado sacar adelante leyes y decretos en beneficio de su región – los hechos así lo demuestran – en cambio en la cámara baja, los que han representado a nuestro Departamento han quedado en deuda con La Guajira y con el país y esos representantes en su gran mayoría se han convertido en un fiasco para las comunidades, de esos representantes ha habido de todo como en botica: mudos, totalmente mudos, estrafalarios, ineficientes, incapaces y hasta algunos que se han avergonzado de haber nacido aquí. ¡Qué horror!.
En tal sentido, lo primero que debe tener claro la clase política es la razón de ser de su verdadera misión que deben orientar sus actividades como estadistas y no como personas dedicadas a resolver problemas de ocurrencia coyuntural o intereses subalternos: tal como se dice comúnmente, deben pensar con la mira puesta en la próxima generación.
Es deber imperativo de nuestra clase política liderar los procesos de cambio, colocándose a la cabeza de los estamentos y en defensa de su región, jamás a la zaga, para lo cual se tendrá que recuperar el espacio perdido para el ejercicio del debate de los grandes temas nacionales. Y abanderar proyectos de gran envergadura y que apalanquen a uno de los departamentos más ricos de Colombia, con proyecciones y colocarlo a nivel de otros departamentos que sin contar con las riquezas que nosotros poseemos, nos llevan años luz en materia de desarrollo. Y deben abanderar la defensa de los intereses de su tierra con sindéresis, con ecuanimidad, preparación, profesionalismo, sentido de pertenencia y con verdadero sentido de investigación.
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