14 de febrero de 2017

El papel de las desmovilizadas en tiempos de guerra y paz. Tras la entrega de las armas, mujeres de las Farc seguirán luchando por recuperar su lugar en la sociedad civil

"Si bien el papel de la mujer en la sociedad colombiana ha sido fundamental, persiste la discriminación"
"Por convicción, voluntariamente u obligadas, centenares de mujeres en las áreas rurales ingresaron a los grupos subversivos en Colombia" 
"Aunque la condición femenina ha venido evolucionando, todavía persisten tabúes con su desarrollo" 
"Están a la espera de que se inicie el proceso de desarme para poder entrar a la vida civil"

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"Por convicción, voluntariamente u obligadas, centenares de mujeres en las áreas rurales ingresaron a los grupos subversivos en Colombia" 

Luego de que el Gobierno Nacional y las – Farc – firmaran recientemente los acuerdos de paz, la sociedad colombiana le ha seguido los pasos al proceso y espera el desarme total y definitivo del grupo insurgente.

Así las cosas surge la pregunta ¿estarán dispuestos a adaptarse a la vida cotidiana dentro de los casos urbanos y rurales de los municipios y ciudades de Colombia?... La inquietud se hace aún mayor cuando va dirigida a las mujeres que si bien han tenido un papel fundamental en el conflicto armado, su rol en la historia de la milicia de izquierda no ha sido de jerarquía. 

Las Fuerzas Armadas de Colombia – Farc – se formaron en 1964 cuando un grupo de jóvenes marxistas tomó las armas para luchar por los derechos territoriales y las reformas anti imperialistas.

Durante medio siglo las mujeres han luchado en la selva colombiana como miembros de las – Farc –, se calcula que un 40% de los combatientes rebeldes son mujeres y chacas jóvenes.

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En la década de los 40 y 50, la mujer debía cumplir un rol impuesto socialmente, el de esposa y madre fiel. Las mujeres debían ser femeninas y doblegadas a sus compañeros; sin quejarse cumplían las labores del hogar mientras los hombres traían el dinero a casa, otras de sus obligaciones era tener hijos y cuidarlos de tiempo completo.

Al comienzo de una nueva era de evoluciones, la condición femenina fue variando. Mientras que en las grandes ciudades la mujer libraba la batalla por el ingreso a la Universidad y el derecho al sufragio, al trabajo digno y remunerado entre otros desafíos, en el campo las mujeres buscaban propender por el cuidado de sus hijos, de sus maridos y de mantener unida a la familia; aunque para muchas que vivieron la violencia generada en el campo por la lucha entre los partidos políticos, también vieron como sus sueños se ahogaron en medio de charcos de sangre.

Por convicción, voluntariamente u obligadas, centenares de mujeres en las áreas rurales ingresaron a los grupos subversivos. Entran en combate junto a los hombres, hacen guardias, fabrican barricadas, construyen sus propios cambuches, cortan leña para el fogón, siembran, cuidan y recogen cultivos de pancoger para sus propios alimentos y lavan sus pertenencias.

“La mayoría de las mujeres guerrilleras se unen al grupo debido a las dificultades que afrontan en la vida civil”, afirmó una integrante del Bloque Martin Caballero, que llegó de 16 años de edad a las filas guerrilleras y hoy tiene 19 años militando.

Pasado el tiempo las femeninas se fueron ganando su lugar en la insurgencia, en cierto modo, el combate armado desmonta los roles de género, las mujeres se enfrentan de igual a igual a los hombres e incluso comienzan a ostentar el cargo de comandantes; pueden llevar fusiles de asalto, marchar en formación y arriesgar sus vidas.

El comienzo del fin

Entre algunas guerrilleras que permanecen en el campamento ubicado en el corregimiento de Conejo, jurisdicción del municipio de Fonseca, que están listas para desmovilizarse, se nota un sorprendente cambio en sus semblantes, en su manera de vestirse y engalanarse para verse y sentirse bella.

Atrás quedo el fusil, sus morrales verdes hecho artesanalmente, sus uniformes camuflados, sus botas pantaneras, las cantimploras y los radios de comunicaciones.

Ahora se les nota rozagantes, cuando no están ayudando en los quehaceres propios del hogar, procuran vestirse con llamativos atuendos, maquillarse y mostrar su lado más femenino al que muchas veces debieron ocultar por cuenta de la guerra donde era permitido mostrar sus debilidades.

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