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""Alejo", con el sombrero que lo identificó, recorre los lugares que inspiraron las más profundas melodías" |
Por Juan Rincón Vanegas. Especial para villanueva24h
"Lo que el cantante Carlos Vives nunca pensó fue que la canción ‘El sombrero de Alejo’ que había grabado en su producción musical ‘Vives’, tendría una segunda una oportunidad en el mundo sonoro"
Lo que el
cantante Carlos Vives nunca pensó fue que la canción ‘El sombrero de Alejo’ que
había grabado en su producción musical ‘Vives’, tendría una segunda una
oportunidad en el mundo sonoro.
Efectivamente,
meses después, además de la suya, se adornó con las voces de Poncho Zuleta,
Jorge Oñate, Peter Manjarrés, Silvestre Dangond, Iván Villazón y Jorge Celedón
y Pipe Peláez, teniendo un éxito absoluto, y siendo considerada la canción del
51° Festival de la Leyenda Vallenata.
En medio de
ese lindo canto de los ocho artistas aparece un saludo especial de Poncho
Zuleta. “Consuelo Araujonoguera pa’ que lo escuches en el cielo”. Soberano homenaje para ‘La Cacica’, quien se
prodigó para darle la mejor vitamina a este folclor que se encontraba regado
por el Magdalena Grande.
Patrocinado por
Carlos Vives
junto a Carlos Huertas Jr. crearon música y letra, donde el eje central es el
sombrero del hombre que se coronó como primer rey del Festival de la Leyenda
Vallenata cuando el calendario marcaba el final del mes de abril del año 1968.
Se trata de
Gilberto Alejandro Durán Díaz, a quien todos lo conocieron como Alejo, ese
hombre que por su carisma, talento y humildad se metió de manera rápida dentro
del mundo vallenato.
Precisamente
Carlos Vives, siendo niño, lo conoció en
una parranda en casa de su tío Rodrigo en Santa Marta, quedando atrapado por su
manera de interpretar un vallenato raizal. Y hasta lo vió comiendo con las
manos y notó que no tenía nada, pero era Alejo Durán, ‘El negro grande’ que es
como decir ‘El Pibe’ Valderrama dueño del medio campo en la cancha de la vida.
Así expresa
Carlos Vives su sentir sobre ‘El Sombrero de Alejo’. “Alejo es un hombre que
congrega, todos estamos de acuerdo que Alejo es el gran símbolo del vallenato,
si tenemos que buscar uno, fue el primogénito, el primero, por su alma, por su
humanidad, por su sonrisa, por lo que representa, por su piel, por su acordeón,
entonces ese sombrero fue el que se fue por el mundo. Lo vemos en los mundiales,
en los partidos de tenis grandes, vemos un sombrero de Alejo, por eso que todos
hayan querido cantarla, que todos hayan accedido a llegar a grabarla, es para
mí un honor como cantante, pero al mismo tiempo nos une a todos alrededor de
ese sombrero que representa también al Festival de la Leyenda Vallenata”.
Hoy, el
espíritu del maestro Alejo, con el sombrero que lo identificó, recorre los
lugares que inspiraron las más profundas melodías y composiciones de la música
vallenata. Por eso desde El Paso, Cesar, su tierra, hasta Plata Perdida,
corregimiento de Chimichagua, un pueblo donde su compadre Raúl Mendoza Piñeres,
lo hacía tocar horas extras en medio de cuentos interminables, lo recuerdan con
ese sombrero y su pedazo de acordeón donde tenía guardada hasta su alma.’ Alejo
‘Apa’ Durán.
En medio de
la exaltación en la canción ‘El sombrero de Alejo’, el escritor e investigador
Ciro Quiroz Otero, hace referencia a su nacimiento. “Aquella mañana del 9 de
febrero de 1919, Juana Díaz Villarreal descansó de los dolores que le causaban
su gravidez. La partera María Antonia Daza, que ya estaba advertida, corrió a
la casa de la familia Durán Díaz para avistar la ruptura de fuente, preaviso de
que un niño venia en camino, y tendría por nombre Gilberto, extracto del
santoral cristiano del almanaque Bristol. Un año después fue bautizado Gilberto
Alejandro Durán Díaz, por el sacerdote Rafael Vega, y presenciaron el
sacramento José Antonio Serna y Emeteria Durán, su tía.
Entrado a la
pubertad deambuló por la sabana periférica a las grandes haciendas donde los
vaqueros ensayaban sus tonadas, acompañados por sus acordeones, Pedro Nolasco
Martínez, Víctor Silva, Octavio Mendoza, su tío, los Serna, Martín Ángulo y
muchos más que competían día a día a ritmo de sus sones. Ya convertido en
músico mucho después cantaría:
Ay, El Paso tierra sagrada,
a la que le tengo cariño,
yo recuerdo que sus sabanas,
las recorría cuando era niño.
Quien pintó
a Alejo de pies a cabeza fue Consuelo Araujonoguera, quien en una célebre entrevista,
año 1968, cuando se coronó como Rey Vallenato, lo puso en confesorio y dijo:
“Como a las 19 años cogí por primera vez un acordeón en mis manos. Tocaba de
oído, pero no comencé tocando cosas de otros, sino creando de una vez mi propia
música. Recuerdo que la primera pieza que compuse fue el merengue que llamé
‘Las cocas’. Resulta que en las fincas había siempre un muchacho a quien
llamaban ‘Coqui’, quien era el encargado de preparar los alimentos para las
cuadrillas de trabajadores, pero después los patrones resolvieron darles esa
tarea a las mujeres. Entonces resolvimos llamarlas ‘Cocas’ y así se quedaron”.
El tiempo
avanza, el sombrero sigue con las vueltas necesarias y ahora más, hecho canción
y con nombre propio. Bienvenidos a escuchar y cantar un nuevo paseo vallenato,
teniendo puesto ‘El sombrero de Alejo’.
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