13 de diciembre de 2018

En la capital Guajira, la informalidad laboral para marzo del 2018 fue estimada en 64,5%. Venta de comidas callejeras se ha convertido en una estrategia de generación de ingresos en Riohacha


"En la capital Guajira, la informalidad laboral para marzo del 2018 fue estimada en 64,5%. Venta de comidas callejeras se ha convertido en una estrategia de generación de ingresos en Riohacha"


Fuente: Diario del Norte

"En la capital Guajira, la informalidad laboral para marzo del 2018 fue estimada en 64,5%. Venta de comidas callejeras se ha convertido en una estrategia de generación de ingresos en Riohacha"


En América latina La comida callejera se ha venido masificando. La dinámica de crecimiento de la vida urbana, la accesibilidad, precios cómodos y la preferencia por el “sabor local” hacen de la comida informal una opción cada vez más atractiva para los hogares de ingresos bajos y medios.

La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), ha estimado que las familias en estos países dedican hasta el 30% de sus gastos en comida callejera informal, un porcentaje alto en el negocio de los alimentos.

En su caracterización, el Banco Mundial reitera que “comer fuera para muchos significa ir a un puesto de comida callejera”.

Este es uno de los segmentos más importantes del mercado relacionado con el sector informal de la economía. En el año 2012, un estudio realizado por McCann World group en 12 países de América Latina, lo estableció en US $ 127 mil millones por año.


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Por las circunstancias asociadas a las disfunciones de las políticas públicas de empleo e ingresos, Colombia no escapa a esa dinámica, la cual generalmente se amplía a las bebidas alcohólicas en las tiendas populares. En el 2016 el 38% de los colombianos consumió comida callejera. Recientemente, un estudio de Euromonitor International señaló que la producción de chirinche (licor del Caribe colombiano), chicha, guarapo, viche y sabajón (licores del oriente, centro y del Pacífico colombiano) representan un mercado irregular de US$ 72 millones (205 mil 618 millones de pesos) al año.

Riohacha, no escapa a esta realidad. Como centro urbano, en sus barrios la venta callejera de comida también se ha convertido en una estrategia de generación de ingresos que tienen muchos hogares. Las ventas callejeras resultan de un proceso económico llamado informalización laboral, que cada trimestre es seguido por el DANE a través de la Gran Encuesta Integrada de Hogares – GEIH – y que tiene como referencia en La Guajira a su ciudad capital.

La informalidad laboral en Colombia para el mes de Marzo de 2018 fue estimada por el DANE en 48,4%, mientras que en Riohacha, durante ese mismo periodo fue de 64,5%, 16,1 puntos porcentuales por encima del promedio Nacional. La masificación de la venta de comida callejera tiene como una de sus fuentes la Tasa Global de Participación de Riohacha (Población Económicamente Activa – PEA – como proporción de la Población en Edad de Trabajar – PET –) que está en crecimiento a niveles cercanos del 63,7%. Ello permite que exista un importante número de personas buscando empleos, que en Riohacha se sitúa actualmente en 12,7%.

Cabe mencionar que la informalidad es el resultado de que la estructura de la económica no produce ese empleo formal adicional requerido por la persona que lo busca, situación que la remite a esas condiciones. En la informalidad, el trabajador para producir ingresos promedio de subsistencia. En Colombia, las madres solteras y las personas de la tercera edad, se aglutinan allí, incluyendo a los niños trabajadores.

En la venta callejera de comida se encuentran un conjunto de trabajadores que además de desempeñarse con baja productividad, no requieren tener un volumen significativo de capital para poder acceder a niveles de ingresos precarios y de subsistencia. A ella se vinculan personas que tienen baja formación educativa y cuyas actividades son ejercidas sin seguridad social, asumiendo los riesgos al sitio donde desarrollan sus labores. Generalmente, en las vías, espacios públicos, tales como parques y andenes.

En Colombia se argumenta que existen factores que permiten que el sector informal sea muy alto e incidan en la expansión del negocio de la comida callejera. El elevado costo de hacer o registrar una empresa con todos sus permisos (tramitología); la renta de la tierra (arriendo alto); el bajo acceso al crédito empresarial; el pago de salarios (salario mínimo promedio Nacional); las prestaciones sociales; la facilidad de entrar y salir del mercado (invisibilidad) y la cantidad de impuestos que se le deben pagar al Estado y a las entidades territoriales.

Además de los anteriores, en Riohacha existen factores particulares. El costo de la energía eléctrica, que desestimula la actividad empresarial formal; la solidaridad del vecindario, en donde no se actúa bajo en concepto estricto del cliente, sino para “ayudar” a quien tiene la necesidad de vender la comida y el “fío ahora y pago después”, son algunas de las características que dinamizan el comportamiento de la oferta y la demanda.

Debido a que la actividad económica local se encuentra desacelerada por el bajo nivel del gasto del Gobierno (Alcaldía y Gobernación), en la actualidad se vienen cerrando puestos de trabajo formales en el centro de la ciudad. Por ello, los propietarios ajustan sus costos y se llevan los negocios a sus casas, pasando a la informalidad. Así podemos encontrar algunos de estos restaurantes y expendios de comida rápida, que antes tenían un local formal y que hoy hacen parte del paisaje urbano en las terrazas de las casas y las esquinas.

No hay duda que la venta callejera de comida se sostiene como parte de la red de solidaridad y la cercanía del consumidor que prefiere el “sabor del vecindario”. En el mediano y largo plazo esta actividad tiene un riesgo, ya que por el volumen, la significación del negocio y sus atractivos en satisfacer las curiosidades del turista, el sector formal y el capital la vienen asimilando utilizando su propia estrategia.

Las plazas de comidas que se están abriendo en la ciudad en diferentes puntos, hacen parte de la estrategia de como el capital aglutina organizadamente los espacios que se van descubriendo el sector informal. Ello implica, que estas plazas le competirán a los restaurantes de terrazas y esquinas, que en la ciudad de Riohacha ya son actores en la repartición de los volúmenes de ventas e ingresos que se generan en la torta del negocio de la comida callejera.

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