"En la capital Guajira, la informalidad laboral para marzo del 2018 fue estimada en 64,5%. Venta de comidas callejeras se ha convertido en una estrategia de generación de ingresos en Riohacha" |
Fuente: Diario del Norte
"En la capital Guajira, la informalidad laboral para marzo del 2018 fue estimada en 64,5%. Venta de comidas callejeras se ha convertido en una estrategia de generación de ingresos en Riohacha"
En América latina La comida callejera
se ha venido masificando. La dinámica de crecimiento de la vida urbana, la
accesibilidad, precios cómodos y la preferencia por el “sabor local” hacen de
la comida informal una opción cada vez más atractiva para los hogares de ingresos
bajos y medios.
La Organización de las Naciones
Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), ha estimado que las
familias en estos países dedican hasta el 30% de sus gastos en comida callejera
informal, un porcentaje alto en el negocio de los alimentos.
En su caracterización, el Banco Mundial
reitera que “comer fuera para muchos significa ir a un puesto de comida callejera”.
Este es uno de los segmentos más
importantes del mercado relacionado con el sector informal de la economía. En
el año 2012, un estudio realizado por McCann World group en 12 países de
América Latina, lo estableció en US $ 127 mil millones por año.
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Por las circunstancias asociadas a
las disfunciones de las políticas públicas de empleo e ingresos, Colombia no
escapa a esa dinámica, la cual generalmente se amplía a las bebidas alcohólicas
en las tiendas populares. En el 2016 el 38% de los colombianos consumió comida
callejera. Recientemente, un estudio de Euromonitor International señaló que la
producción de chirinche (licor del Caribe colombiano), chicha, guarapo, viche y
sabajón (licores del oriente, centro y del Pacífico colombiano) representan un
mercado irregular de US$ 72 millones (205 mil 618 millones de pesos) al año.
Riohacha, no escapa a esta realidad.
Como centro urbano, en sus barrios la venta callejera de comida también se ha
convertido en una estrategia de generación de ingresos que tienen muchos
hogares. Las ventas callejeras resultan de un proceso económico llamado
informalización laboral, que cada trimestre es seguido por el DANE a través de
la Gran Encuesta Integrada de Hogares – GEIH – y que tiene como referencia en
La Guajira a su ciudad capital.
La informalidad laboral en Colombia
para el mes de Marzo de 2018 fue estimada por el DANE en 48,4%, mientras que en
Riohacha, durante ese mismo periodo fue de 64,5%, 16,1 puntos porcentuales por
encima del promedio Nacional. La masificación de la venta de comida callejera
tiene como una de sus fuentes la Tasa Global de Participación de Riohacha
(Población Económicamente Activa – PEA – como proporción de la Población en
Edad de Trabajar – PET –) que está en crecimiento a niveles cercanos del 63,7%.
Ello permite que exista un importante número de personas buscando empleos, que
en Riohacha se sitúa actualmente en 12,7%.
Cabe mencionar que la informalidad es
el resultado de que la estructura de la económica no produce ese empleo formal
adicional requerido por la persona que lo busca, situación que la remite a esas
condiciones. En la informalidad, el trabajador para producir ingresos promedio
de subsistencia. En Colombia, las madres solteras y las personas de la tercera
edad, se aglutinan allí, incluyendo a los niños trabajadores.
En la venta callejera de comida se
encuentran un conjunto de trabajadores que además de desempeñarse con baja
productividad, no requieren tener un volumen significativo de capital para
poder acceder a niveles de ingresos precarios y de subsistencia. A ella se
vinculan personas que tienen baja formación educativa y cuyas actividades son
ejercidas sin seguridad social, asumiendo los riesgos al sitio donde
desarrollan sus labores. Generalmente, en las vías, espacios públicos, tales
como parques y andenes.
En Colombia se argumenta que existen
factores que permiten que el sector informal sea muy alto e incidan en la
expansión del negocio de la comida callejera. El elevado costo de hacer o
registrar una empresa con todos sus permisos (tramitología); la renta de la
tierra (arriendo alto); el bajo acceso al crédito empresarial; el pago de salarios
(salario mínimo promedio Nacional); las prestaciones sociales; la facilidad de
entrar y salir del mercado (invisibilidad) y la cantidad de impuestos que se le
deben pagar al Estado y a las entidades territoriales.
Además de los anteriores, en Riohacha
existen factores particulares. El costo de la energía eléctrica, que
desestimula la actividad empresarial formal; la solidaridad del vecindario, en
donde no se actúa bajo en concepto estricto del cliente, sino para “ayudar” a
quien tiene la necesidad de vender la comida y el “fío ahora y pago después”,
son algunas de las características que dinamizan el comportamiento de la oferta
y la demanda.
Debido a que la actividad económica
local se encuentra desacelerada por el bajo nivel del gasto del Gobierno
(Alcaldía y Gobernación), en la actualidad se vienen cerrando puestos de
trabajo formales en el centro de la ciudad. Por ello, los propietarios ajustan
sus costos y se llevan los negocios a sus casas, pasando a la informalidad. Así
podemos encontrar algunos de estos restaurantes y expendios de comida rápida,
que antes tenían un local formal y que hoy hacen parte del paisaje urbano en
las terrazas de las casas y las esquinas.
No hay duda que la venta callejera de
comida se sostiene como parte de la red de solidaridad y la cercanía del
consumidor que prefiere el “sabor del vecindario”. En el mediano y largo plazo
esta actividad tiene un riesgo, ya que por el volumen, la significación del
negocio y sus atractivos en satisfacer las curiosidades del turista, el sector
formal y el capital la vienen asimilando utilizando su propia estrategia.
Las plazas de comidas que se están
abriendo en la ciudad en diferentes puntos, hacen parte de la estrategia de
como el capital aglutina organizadamente los espacios que se van descubriendo
el sector informal. Ello implica, que estas plazas le competirán a los
restaurantes de terrazas y esquinas, que en la ciudad de Riohacha ya son
actores en la repartición de los volúmenes de ventas e ingresos que se generan
en la torta del negocio de la comida callejera.
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