6 de febrero de 2017

Vivieron la zozobra de la guerra en su tierra natal. A campesinos desplazados del Cesar les llegó la hora de paz en La Guajira

 "Elida Manuela Martínez y Alix Manuel Segovia, llegaron a La Guajira procedentes del Cesar"
"Luego de escapar de los embates del conflicto armado, algunos desplazados se convertirán en vecinos de los integrantes de las Farc"

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"Ellos aseguran que la paz es una necesidad imperante en el país, para que sus descendientes no vivan los embates de la guerra"


Campesinas y campesinos asentados en la Serranía del Perijá, quienes en otrora vivieron bajo la zozobra y el miedo a raíz de los permanentes enfrentamientos entre el Ejército y la Policía contra paramilitares y guerrilleros en el Cesar y La Guajira, están llenos de júbilo y alegría por el buen término de los diálogos que se dieron en la Habana – Cuba, entre el Gobierno Nacional, las – Farc –.

El traqueteo de los fusiles, el ensordecedor ruido de las bombas aéreas y de las minas antipersonas era el diario vivir para cientos de personas en este sector de la geografía peninsular.

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En la “Y de las Marimondas”, zona rural del corregimiento de Conejo, jurisdicción del municipio de Fonseca, se encuentran concentrados más de un centenar de miembros del Frente 59 de las – Farc – pertenecientes al Bloque Martin Caballero, conviviendo con la población civil, entre ellos, desplazados por la violencia que llegaron a La Guajira procedentes de otros departamentos, para poner a salvo sus vidas.

Ahora esos miedos y temores se han convertido en felicidad y seguridad al ver al personal de la guerrilla sin armas, como también al Ejército, Policía y a los representantes de la “Organización de las Naciones Unidas”, – ONU – quienes juntos hablan de la paz en Colombia.

Una de las tantas familias es la de Elida Manuela Martínez y Alix Manuel Segovia y sus cinco hijos, quienes se establecieron en el Sur de La Guajira, procedentes del municipio de Chimichagua, en el departamento del Cesar.  

Ellos aseguran que la paz es una necesidad imperante en el país, para que sus descendientes no vivan los embates de la guerra.

“Antes nos escondíamos del Ejército, paramilitares y Guerrillero; ahora seremos vecinos de los integrantes de las – Farc –. Jamás pensamos vivir lo que estamos presenciando. Recibimos con emoción este hecho, porque por fin podremos decir que vamos a vivir en paz el resto de nuestras vidas”, relató la pareja.     

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