Tomado por el artículo de Deyana Acosta.
16 centro recreacionales, es la cifra que arroja el inventario de parques en nuestro municipio de Villanueva sur del departamento de la guajira. En teoría estos 16 centros recreativos deberían servir para el sano esparcimiento de la comunidad en los diferentes barrios de esta localidad, pero lamentablemente sabemos que no es así.
El concepto es lo primero que tenemos que tener enredado los villanueveros en la cabeza el significado de los parques? Son demasiados pocos los referentes espacios públicos en el municipio, las cuales nos enseñan lo que es el parque o centro de recreación como espacio público, diferentes ejemplos palpables como son las ciudades de Bogotá, Medellín y Bucaramanga, donde los gobernantes se han empeñado en la tarea del rescate urbano de muchos de estos sitios, para que los ciudadanos entiendan lo que es el espacio público como sitio de sagrado de encuentros para la convivencia y cultura ciudadana. No podría ser de otra manera, de que los parques o centros recreativos deben ser lugares reconocidos por el inconsciente colectivo como patrimonio de todos.
Lo más importante y representativo deberían identificarse como hitos urbanos, lo mismo deberían ocurrir con otros parques que hacen parte de la historia de esta localidad como el parque de la ceiba situada en todo el corazón de este maravilloso paraíso la cual hace parte de nuestro patrimonio cultural, difícil es que un ciudadano de esta localidad pueda identificar el concepto de parques o centro recreativo, cuando la memoria urbana de un tajo pueda cambiar al antojo de un gobernante al decidir modificar el nombre o el símbolo emblemático que identificaba la zona. Muy pocos de estos procesos responden a una política pública y participativa donde intervenga la comunidad que, en ultimas, es la usuaria del espacio público. Por otro lado, los parques o centros recreativos se caracterizan por ser bienes públicos huérfanos y espurios. No existen claramente entidades públicas responsables de su cuidado y mantenimiento. Eso se ha aprovechado para que algunos de los institutos que han detentado su competencia los hayan entregado sin mayor miramiento a particulares, bajo las ya conocidas y maltratadas modalidades de la concesión, la administración delegada y hasta el comodato.
Hoy valdría la pena conocer, en estos casos, cuánto gana el particular por este hecho y que recibe el municipio y los ciudadanos en contraprestación, estos preferirían un parque o centro recreativo entregado a particulares que la existencia de un lote devorado por el olvido, la maleza y la basura. Pero estas concepciones de espacios públicos a particulares, teniendo en cuenta que se trata de bienes públicos que son de todos, no se puede seguir haciendo a dedo, sin la transparencia de un concurso o licitación bien estructurado, y sin conocer en cifras medibles y palpables lo que cuesta el bien que entrega el municipio y lo que recibirá en contraprestación sin su manejo es cedido a particulares.
De todas maneras, los espacios públicos, por el solo concepto de ser patrimonio de ciudadanía, deberían ser manejados por nuestra alcaldía. Lastimosamente, sabemos que la respuesta es que no hay recursos para sus cuidados y mantenimiento. Algunos soñadores y creyentes de la generosidad y responsabilidad social empresarial todavía pensamos que se podría repartir la carga de sus mantenimientos entre las condiciones ya existentes, responsabilizado, por ejemplo a la triple A, del suministro de agua y riego, y a Diselecsia, de su alumbrado. En todo caso, si la política pública a seguir como en tantos otros casos de poca creatividad y esfuerzos, es el esquema de las concesiones a particulares, ojala se clasifiquen bien las categorías de parques o centros recreativos en nuestro pueblo, y los que todavía en la memoria colectiva logran sobrevivir como hitos urbanos no terminen remplazando su entrada arborizada por una taquilla para poder acceder entre rejas y cercas, a unos metálicos juegos infantiles.
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