"¡Y llegó la octava para el Junior de Barranquilla!" |
Fuente El Heraldo
"El segundo tanto de Castro, que agarró un rebote en el área y definió con solvencia ante el achique de Viera, puso contra las cuerdas a Junior"
¡Se la merecían! ¡Importa un pepino las uñas que se comieron
los rojiblancos! ¡Qué importa el sufrimiento! ¡Qué diablos el drama! ¡No
importa la derrota! Nada ni nadie le quita la octava estrella a Junior.
El esquivo título les llegó por fin a los Tiburones, este
domingo en el estadio Atanasio Girardot, el mismo escenario en el que se le
había esfumado en tres ocasiones anteriores. A pesar de caer 3 por 1 ante el
DIM, los rojiblancos se alzaron con el trofeo de la Liga por mejor diferencia
de gol al imponerse 4 por 1 en el duelo de ida en Barranquilla.
No fue fácil, no fue sencillo. En el fútbol no se regala
nada, menos en una plaza tan complicada como la capital de Antioquia. El DIM,
con más deseos y entrega que con
claridad y fútbol, le metió tres goles a Junior en momentos clave del
juego y puso a la hinchada rojiblanca con el credo en la boca, a cruzar dedos,
a devorar uñas, a encomendarse a todos los santos.
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Los guerreros de Comesaña supieron resistir y cantaron
victoria en un Atanasio teñido de rojo en un 90%. Unos 2 mil fanáticos
rojiblancos, en medio de la marea poderosa (unos en oriental, otros en
occidental), se unieron al anhelado festejo en medio de reacciones agresivas de
algunos hinchas locales que lanzaron insultos y guijarros.
Leonardo Castro, al minuto 44 y 55, acercó al DIM a la
hazaña, pero Yony González, que había ingresado en lugar de Luis Díaz,
convirtió el gol salvador al minuto 70.
Germán Cano, cuando parecía que la final estaba sentenciada,
le dio aire y esperanza a su equipo al aprovechar un rebote de Viera tras
remate de Castro y puso el 3 por 1 al minuto 79.
Se le vino el mundo encima a Junior. Se pensaba lo peor. DIM
nuevamente quedó a un gol de la proeza, pero los dirigidos por Comesaña sacaron
la jerarquía y con garra, concentración y posesión del balón quemaron los
últimos minutos hasta que el árbitro Carlos Betancuort pitó el final del juego
y explotó la alegría de la afición tiburona reunida en el Atanasio. Abrazos,
gritos y desahogo por todos lados de la cancha, Junior por fin bordó
completamente su octava estrella.
Primer tiempo
"Los rojiblancos controlaron al DIM en la mayor parte del primer tiempo. Aunque no lograban llegar a la portería de David González con acierto" |
Los rojiblancos controlaron al DIM en la mayor parte del
primer tiempo. Aunque no lograban llegar a la portería de David González con
acierto, porque casi siempre fallaba en el último pase, en varios momentos del
juego consiguió sostener la pelota y desesperar a los rojos.
Sin embargo, el cuadro paisa jamás bajó los brazos en sus
intentos de buscar el gol. Sin claridad, sin someter a Junior, pero con
insistencia, con ganas, con energía, trataba de romper la muralla. Rafael
Pérez, Jefferson Gómez y Gabriel Fuentes rechazaban todo. No había
filtraciones.
El DIM se había acercado con más peligro a través de disparos
de media distancia. Uno de Germán Cano fue rechazado por Viera y el rebote
generó un susto, pero se pudo despejar a tiempo.
En la agonía de la etapa inicial, cuando más tranquilo se
encontraba y todo lucía bajo control, Viera no pudo atajar un riflazo de
Leonardo Castro que se les coló por su ángulo superior izquierdo. El tanto
despertó a la afición anfitriona que se había apagado un poco.
Junior no estuvo tan fino en sus contraataques y desperdició
dos claros en los pies de Díaz, que no supo resolver de inmediato ante la
reacción de los defensores y el arquero.
Segundo tiempo
"El segundo tanto de Castro, que agarró un rebote en el área y definió con solvencia ante el achique de Viera, puso contra las cuerdas a Junior" |
El segundo tanto de Castro, que agarró un rebote en el área y
definió con solvencia ante el achique de Viera, puso contra las cuerdas a
Junior. Viera le atajó el cuarto a Juan Fernando Caicedo con una gran
intervención. Jarlan no jugaba bien y había sido sustituido. Luis Díaz sufrió
un golpe y también salió del terreno de juego.
Todo parecía en contra, pero González entró con fuerza, con
enjundia y le dio al equipo la energía que estaba faltando. Su gol devolvió la
ilusión y alegría. Cano aproximó al local a la hazaña con su tanto, pero solo
eso. Junior se paró firme y no dio más ventajas. Cerró su arco... ¡y llegó la
octava!
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