Ha muerto Armando Francisco Ovalle Quintero. Su deceso se produjo el pasado 7 de julio (a los 77 años de edad, es decir el día 7 del mes 7; ¿coincidencias? ¿Destino? Solo Dios lo sabe) en la ciudad de Valledupar, en la Clínica de su mismo nombre, víctima de una afección pulmonar, en compañía de una de sus hijas – Clemencia Helena – muerte sosegada, así como fue el transcurrir de su vida, llena de tropiezos pero ante todo llena de satisfacción por ver culminada la profesionalidad de sus tres hijos: Armando Augusto, médico de profesión; Martha Lucia, Abogada y con una larga trayectoria en la Procuraduría General de la Nación y Clemencia Helena, Bacterióloga; hijos que tuvo producto de su matrimonio con la prima Manuela Bracho Bonilla.
Armando Ovalle se caracterizó en vida como un liberal de esos liberales que ya casi no quedan en este país de la santísima trinidad. Fue educador insigne en la materia de sociales, de los colegios El Golf y La Sagrada Familia de su natal Villanueva. Fue un consagrado periodista y esa profesión l ejerció como corresponsal del Diario El Tiempo por varios años en esta sección del país. Fue también director de la casa de la cultura de su pueblo y más tarde funcionario de la gobernación de La Guajira, cuando fungía como gobernante, el ingeniero Luis Felipe Ovalle Isaza. Después de eso se consagró a la lectura y como contertulio, siempre se distinguía, su sonrisa a flor, su carcajada sin igual y su fogosidad para defender los ideales de su grande amigo, Jorge Pérez Bernier, el actual gobernador de La Península y esa amista era reciproca por parte del dirigente guajiro. Siempre que visitaba Villanueva nuestro gobernador, era visita obligada ir a la casa de su amigo Amando Ovalle. El día 8 de julio, pensando que las exequias eran a las 9 de la mañana, llegó puntualito a darle el último adiós a su grande amigo, en compañía de su señora María Rita Redondo y de su secretario privado Jorge Eliecer Barliza Illidge, amigo también de los hijos del patricio liberal.
Armando Ovalle, se distinguió como un hombre de bien en todo el sentido de la palabra. Consciente de que la sencillez y la humildad son pilares de toda grandeza, esas y otras virtudes las practicó con ejemplar apostolado. Hasta su frivolidad la llenó de esplendidez, ya que la vivió entre la clásica tertulia y su bohemia, buscando las alturas con su cofradía, salpicadas con notas de humor y el apunte macondeño. En ciertos espacios lo sobrecogía el dolor del recuerdo del retoño ido y la tortura lo sumía en amargas congojas.
En la amistad fue rotundo, la practicaba con sentido heroico; la tenía para el goce y le ponía el sello de lo eterno, como es la usanza nuestra. Con sus amigos formaba una quijotesca masonería de entendimiento (el club pf donde su hermano Fernando puede dar fe de ello), porque penetró los moldes de la honda amistad. De igual manera sus amigos sentían por él una mutua devoción, que agotaba las esencias del aprecio.
En sus honras fúnebres pude observar, como siempre, en estos certeros golpes como en el de las grandes alegrías, amigos ilustres que lo acompañaban a darle el ultimo adiós y como en los viejos tiempos se congregan, como los rebaños ante un inminente peligro, para dar solidaridad, ternura y querencias, virtud que ojalá no desfallezca porque es soporte de nuestra invencible nobleza. Allí estaban los ex gobernadores Román Gómez Ovalle y Luis Felipe Ovalle Isaza; el parlamentario electo Jimmy Sierra Palacio, el ex parlamentario Fermín Ovalle Isaza, el ex asesor del ministerio de agricultura Indalecio Dangond Baquero; el alcalde municipal Luis Erasmo Dangond, los ex alcaldes Narciso Guerra Torres, David Daza Guerra, Gonzalo Lacouture Lacouture y Rafael Peñaloza Amaya; la personera municipal Luz Amparo Cruz Barreto quien hizo una semblanza del patricio liberal y leyó el decreto de honor que le hizo el gobernador Jorge Pérez Bernier, como homenaje póstumo; el diputado Enrique Luis Peñaloza, quien en nombre de Asamblea departamental leyó también el decreto como homenaje póstumo al grande amigo fallecido. Las palabras con firmeza pero llenas de dolor pronunciadas por su hija Clemencia generaron emociones encontradas entre sus familiares y amigos y los canticos de la misa solemne en la voz del tenor villanuevero Eduardo Martínez Ferreira y tantos amigos que lo acompañaron a su última morada le reflejaron la tarde gris y lluviosa de este 8 de julio.
Solo nos queda decirte Mando Ovalle, aquí no hay omisión al viento de su presencia, se anuncia eternidad en tu recuerdo. ¡Descansa en paz querido amigo, honra y prez de los tuyos y de los terrones de tus afectos!
Armando Ovalle se caracterizó en vida como un liberal de esos liberales que ya casi no quedan en este país de la santísima trinidad. Fue educador insigne en la materia de sociales, de los colegios El Golf y La Sagrada Familia de su natal Villanueva. Fue un consagrado periodista y esa profesión l ejerció como corresponsal del Diario El Tiempo por varios años en esta sección del país. Fue también director de la casa de la cultura de su pueblo y más tarde funcionario de la gobernación de La Guajira, cuando fungía como gobernante, el ingeniero Luis Felipe Ovalle Isaza. Después de eso se consagró a la lectura y como contertulio, siempre se distinguía, su sonrisa a flor, su carcajada sin igual y su fogosidad para defender los ideales de su grande amigo, Jorge Pérez Bernier, el actual gobernador de La Península y esa amista era reciproca por parte del dirigente guajiro. Siempre que visitaba Villanueva nuestro gobernador, era visita obligada ir a la casa de su amigo Amando Ovalle. El día 8 de julio, pensando que las exequias eran a las 9 de la mañana, llegó puntualito a darle el último adiós a su grande amigo, en compañía de su señora María Rita Redondo y de su secretario privado Jorge Eliecer Barliza Illidge, amigo también de los hijos del patricio liberal.
Armando Ovalle, se distinguió como un hombre de bien en todo el sentido de la palabra. Consciente de que la sencillez y la humildad son pilares de toda grandeza, esas y otras virtudes las practicó con ejemplar apostolado. Hasta su frivolidad la llenó de esplendidez, ya que la vivió entre la clásica tertulia y su bohemia, buscando las alturas con su cofradía, salpicadas con notas de humor y el apunte macondeño. En ciertos espacios lo sobrecogía el dolor del recuerdo del retoño ido y la tortura lo sumía en amargas congojas.
En la amistad fue rotundo, la practicaba con sentido heroico; la tenía para el goce y le ponía el sello de lo eterno, como es la usanza nuestra. Con sus amigos formaba una quijotesca masonería de entendimiento (el club pf donde su hermano Fernando puede dar fe de ello), porque penetró los moldes de la honda amistad. De igual manera sus amigos sentían por él una mutua devoción, que agotaba las esencias del aprecio.
En sus honras fúnebres pude observar, como siempre, en estos certeros golpes como en el de las grandes alegrías, amigos ilustres que lo acompañaban a darle el ultimo adiós y como en los viejos tiempos se congregan, como los rebaños ante un inminente peligro, para dar solidaridad, ternura y querencias, virtud que ojalá no desfallezca porque es soporte de nuestra invencible nobleza. Allí estaban los ex gobernadores Román Gómez Ovalle y Luis Felipe Ovalle Isaza; el parlamentario electo Jimmy Sierra Palacio, el ex parlamentario Fermín Ovalle Isaza, el ex asesor del ministerio de agricultura Indalecio Dangond Baquero; el alcalde municipal Luis Erasmo Dangond, los ex alcaldes Narciso Guerra Torres, David Daza Guerra, Gonzalo Lacouture Lacouture y Rafael Peñaloza Amaya; la personera municipal Luz Amparo Cruz Barreto quien hizo una semblanza del patricio liberal y leyó el decreto de honor que le hizo el gobernador Jorge Pérez Bernier, como homenaje póstumo; el diputado Enrique Luis Peñaloza, quien en nombre de Asamblea departamental leyó también el decreto como homenaje póstumo al grande amigo fallecido. Las palabras con firmeza pero llenas de dolor pronunciadas por su hija Clemencia generaron emociones encontradas entre sus familiares y amigos y los canticos de la misa solemne en la voz del tenor villanuevero Eduardo Martínez Ferreira y tantos amigos que lo acompañaron a su última morada le reflejaron la tarde gris y lluviosa de este 8 de julio.
Solo nos queda decirte Mando Ovalle, aquí no hay omisión al viento de su presencia, se anuncia eternidad en tu recuerdo. ¡Descansa en paz querido amigo, honra y prez de los tuyos y de los terrones de tus afectos!
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