30 de diciembre de 2009

Un hombre y un padre ejemplar "El Mono" Arrieta


Por: Hernan Baquero Bracho

La muerte es algo tan natural, pero que los de occidente casi nunca nos preparamos para ella. La biblia lo comenta tan acertadamente que el precio del pecado es la muerte. Y así ha sido desde que el mundo es mundo. Pero hay muertes que duelen que uno quisiera que no ocurrieran y cuando llega sin previo aviso, produce conmoción, tristeza, dolor, angustia y sentimientos encontrados. Y esto precisamente fue lo que sucedió el pasado 28 de Diciembre del año que finalizo; la muerte sorprendió al amigo José de Los Reyes Arrieta Camargo, o como era conocido en Villanueva y en toda la región “El Mono” Arrieta. A sus 57 años de edad y en la plenitud de su vida, el corazón le falló y la conmoción en su familia, en su esposa e hijos y en sus amigos fue tremenda.

Había que observar ese cuadro familiar, para darse cuenta uno lo que se siente ante la pérdida de un ser querido. Al lado de su hijo mayor José Enrique de los cuatro que tuvo con su señora Celina Salinas Daza, cayó y luego en el traslado a una clínica en Valledupar murió. Y la gente se remolinaba en su residencia de tantos amigos que cultivó este ilustre hombre y sus otros hijos: Juan Pablo, Robert y Franco se sentían impotentes ante la pérdida tan repentina de su padre, su confidente y su mejor amigo. Tristeza, dolor, angustia, conmoción era el cuadro que se repetía en el hogar de sus seres queridos.

¿Pero quién era el Mono Arrieta? Era oriundo de la población de orihueca en el Departamento del Magdalena, que había llegado hace más de treinta años como un trotamundo, buscando mejores sueños y aquí en Villanueva, los encontró; primero al lado de su amada Celina, que contra todos los avatares, venció el amor; segundo, como persona sin poseer título universitario se ganó el cariño y la admiración de los Villanueveros. Muy humilde en su proceder y por donde pasó en su trajinar laboral, dejó una huella indeleble y la sonrisa permanente de su personalidad y finalizó su experiencia en la electrificadora de La Guajira, donde se había pensionado.

La casa del Mono Arrieta se convirtió a lo largo de los años, en centro de tertulias. Por allí desfilaban los que fueron sus compañeros de labores: “Checha” Pérez, Mauricio Cuello, José Añez, Poba Orcasitas, “Ami” Ramírez, Peñaloza; “Mister” Pérez, Gustavo Ballestas y Rafael Montero quienes fueron sus primeros amigos; Anais Ibarra Daza, quien era como su hermano; el Ex Alcalde Narciso Guerra Torres, el Patricio Liberal “Millo” Estrada y su hijo Luis Emilio y tantos personajes que enumerarlos, la lista se haría interminable. Allí en ese centro de tertulias “El Mono” defendía los ideales liberales por encima de cualquier causa y los ideales del actual Gobernador de Los Guajiros, Jorge Pérez Bernier, los colocaba por encima de cualquier objetivo, ahí era un hombre convincente y convencido y las luchas por tantos empleados que compartieron con él en la electrificadora de La Guajira los defendía a capa y espada y de las injusticias que cometieron contra ellos y de las ilusiones que tenían de ganar demandas por esos desafueros, se convertían en sus sueños y en sus quimeras.

El día de las exequias, el 29 de diciembre, ante tanta gente que lo acompañó a su última morada y en la iglesia Santo Tomas, ante un lleno total, el Ex Vice contador General de La Nación Luis Alonso Colmenares, hizo un reconocimiento público de lo que había sido el amigo “Mono” Arrieta en vida; palabras sabias, reconocimiento sincero de un amigo en nombre de una familia que llegaron al fondo del corazón del presente y que produjeron más de una lagrima en la concurrencia. El “Mono” Arrieta fue eso, un amigo entrañable, poseía una magia para atraer amigos y en Villanueva, su pueblo por adopción conquisto además del corazón de su amada Celina, el corazón de miles de Villanueveros. Todavía se siente en lontananza la sonrisa amable, el abrazo sincero y la amistad sin igual de este personaje de carne y hueso y no mera abstracción de lo que significó en vida y del mejor tesoro que dejó aquí: su honestidad, su rectitud, el cariño inigualable de su esposa e hijos y de su hermano del alma Anais Ibarra Daza, su esposa Martha y de sus hijos, y de la admiración de todo el pueblo Villanuevero. Nos vemos amigo. Paz en tu tumba.

No hay comentarios: