21 de febrero de 2009

Riohacha, Emancipadora y Bravia

Por: Hernan Baquero Bracho
Riohacha no es la ciudad de Federmán, la pudo fundar él, sí, pero es la hija de sus hijos. Siete veces incendiada y otras tantas la levanta el ave Fénix. Alma de volcán soplaba sobre ella cuando las cenizas apagadas volvían a despertar con furor las lavas. Sichimi, la llaman los Guajiros, porque no dejan de querer como suya a la que había nacido en su seno febríl y buscó después el arrimo apacible de las dríadas. Y creció como una ninfácea a orillas del Calancala. En retribución de las tumas que la ciudad le revela, la península le franquea la abundante germinación de sus pampas y mares, que le dieron el prestigio de su comercio con el exterior. Se reunían en su abierta rada los barcos de todas las nacionalidades, simulando selvas inundadas, deshojadas y violentamente remecidas.

Tierra que se hizo amar de todos, porque su bolsa fiscal pagaba espléndidamente al servicio público del Departamento del Magdalena. Era la ciudad consular, a donde concurrían los representantes aún de remotos países, como a una feria internacional. Los domingos, las banderas saludaban el descanso dominical en los mástiles de los consulados y los barcos, como si fuera a llegar el Libertador. Fluía orgullosamente la ciudad que le había dado a Colombia su primer millonario en Nicolás Daníes. Pero ese bienestar le costó sacrificio de sangre y cultura. Muchos de sus hijos perdían la vida en la emboscada en el ataque franco de la horda.

La suerte de uno era la de todos, porque el Guajiro dice que si español la hace español la paga, y cuando lo dice es porque lo siente y lo cumple. En las fiestas de la Virgen, volvían al solar nativo, con la fortuna acumulada en dramas heroicos para derrocharla en nueve días de oficialazgos.

Lo anterior es parte de la historia de Riohacha, la ciudad festonada, contada por uno de sus hijos, el escritor José Ramón Lanao Loaiza, en el año 1936. En el pasado reciente Riohacha, ha sido incendiada muchas veces, ya no por los corsarios e indígenas, si no por la desidia, la indiferencia y la corrupción de sus dirigentes. Pero a pesar de ello se ha levantado de todos los embates, como una ciudad emancipadora y bravía. Al dejar de ser Riohacha una ciudad importante en el área del Caribe, donde todos los consulados de las Antillas ondulaban sus banderas, en esta ciudad señorial, donde funcionó uno de los bancos más florecientes de la época: el Dugánd Gnecco, donde la ciudad capital gestó una de las mejores batallas del Almirante José Prudencio Padilla: el de la Laguna Salá y que ni eso importó a sus habitantes, para dejarla en el recuerdo y convertirla en cenizas de la historia. Hoy lo que queda de la laguna Salá se debe convertir en patrimonio histórico, Junto a la parte de la ciudad floreciente del pasado con su arquitectura Republicana que todavía quedan recuerdos de ella para fortuna de los de hoy y para desdicha e infortunio de los que ya se fueron, pero que la historia debería castigarlos por lo mal que se comportaron con su ciudad natal y con la historia que la dejaron escrita a retazos y la torpeza intelectual con que manejaron los destinos de una ciudad tan querida y reconocida en el mundo de la guerra y de la postguerra de la historia universal.

Para fortuna de hoy, existen historiadores de la talla de Benjamín Espeleta Ariza, y Widler Guerra Cúrvelo, miembros de la academia nacional de la historia, de Dilia Rosa Gnecco de Daza, de Orlando Vidal Joiro, de Claribel Ochoa Romero, de Alfredo Orcasitas Cúrvelo que con su periódico cultural Ecos de La Guajira, de Jorge Castillo Mendoza, con su revista cultural Frontera Libre, tratan de rescatar y de devolver la memoria de los años dorados de la Riohacha de mis amores, conjugado con mis ancestros de la vieja chayo Herrera, Jaime Tovar Herrera, Jaime Brito Herrera y el médico Constantino Baquero Herrera.

Pero en el pasado reciente Riohacha fue visionada por uno de sus hijos, el Ingeniero Jorge Pérez Bernier, quien junto con Álvaro Cuello Blanchar y Hernando Deluque Freyle, le hicieron un proceso de reingeniería a su obra arquitectónica, como fue la construcción del centro Cultural, el reordenamiento del camellón o calle de la marina y la vía Santa Marta – Maicao o avenida del progreso, que después la dejaron acabar, de una entrada que afea a una ciudad que debe convertirse en centro del turismo de primer orden. No vamos a desconocer que los tres Gobernadores del movimiento Nueva Guajira, tuvieron falencias en sus administraciones, pero tampoco vamos a desconocer que hicieron importantes realizaciones. También es bueno resaltar que el ex Gobernador José Luis Gonzales Crespo, realizó obras en beneficio de Riohacha, como la puesta en marcha del Alcantarillado fluvial, en importantes barrios, y más de 160 mil metros cuadrados de pavimento y la construcción de los espolones, para recuperar sus playas. No pretendemos en convertirnos en los catones de utica del momento, esa parte le corresponde a los órganos de control, a las veedurías ciudadanas, a los gremios y la comunidad en general. Pero, Riohacha está urgida de muchos procesos de reingeniería: de su gente, de sus líderes, de cultura ciudadana, de calidad de vida, de sus centros hoteleros, de sus servicios públicos y de su sentido de pertenencia.

Riohacha hoy se está levantando como el ave fénix, de sus cenizas. Aunque todavía se encuentra incendiada por los malos servicios públicos, con excepción del gas y de las telecomunicaciones, en los demás da grima y pena y lo más importante en esta nueva era, Riohacha dará un salto al desarrollo, los hechos así lo indican: el Senador Jorge Ballesteros Bernier y el Representante Bladimiro Cuello Daza, trabajando en equipo con el Gobernador Jorge Pérez Bernier, han conseguido importantes recursos por el orden de los 170 mil millones de pesos, para arreglar la avenida del progreso y la puerta trasera de La Guajira como lo es la carretera que comunica a Riohacha con la región del sur de La Guajira. Los inversionistas privados están llegando a montones, Riohacha cuenta ya con importantes centros comerciales, donde funcionan importantes cadenas de mercados nacionales como olímpicas, Carrefour y Éxito. Como quién dice estamos dando el salto que deberíamos haber dado hace muchas décadas, por una ciudad que debería convertirse en punto obligado de los turistas a nivel nacional e internacional y expresar aquella máxima: Riohacha, un mar de verano.

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